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lunes, 7 de septiembre de 2009

The Cook, The Thief, His Wife & Her Lover (UK - Francia, 1989)


Dando por finalizada, en forma meramente provisoria, la incursión en la obra de la familia Coppola de las semanas pasadas es que se presenta ahora la película en cuestión. Se trata de una interesante producción artística, dirigida por el excéntrico Peter Greenaway, que posee una variedad de elementos distinguidos y significativos que le aportan unas características únicas e impactantes. El resultado es un film tan asombroso como original, en el que se requiere la devoción de todos los sentidos para una apreciación plena.

El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante narra las acciones del matrimonio conformado por Albert y Georgina Spica. El primero (interpretado por Michael Gambon en una deleitable lección de actuación) es un ser malvado e inescrupuloso, dueño de un exclusivo restaurante, que carece de cualquier tipo de modales o sentido de honor en la vida y, menos aún, en los aspectos relativos a los negocios. La mujer de esta personificación del mal es encarnada por la experimentada Helen Mirren, y se muestra como una dama educada y sensible en contraste con su infame marido. Mientras este último impone un régimen de terror en su fastuoso restaurante y boicotea cualquier indicio de competencia a través de sus matones, Georgina comienza a fijarse en un cliente habitual que digiere las delicias del chef francés siempre en compañía de libros. Es así que Michael, tal el nombre del lector misterioso, repara a su vez en ella dando comienzo a un apasionado romance. Los primeros encuentros se desarrollan en el mismísimo local, con la complicidad del staff –liderados por Borst, el chef galo- que no siente precisamente una gran afinidad por el jefe.
El romance continúa, pese a las alarmantes sospechas del señor Spica, y el espectador descubre cómo Michael, que dedica su vida a los libros, se erige en la némesis total y absoluta del marido de su amante. Pero el idilio no será eterno: finalmente la aventura es descubierta y las consecuencias, como puede intuirse, son de carácter sangrientamente trágico. No obstante, Georgina ha experimentado el edén amoroso, ese sentimiento inexplicable pero certero que no olvidará jamás y que le hace sentir ahora sólo repulsión hacia su esposo. Una única idea existe en su mente y esa es la de venganza. De esta forma gestará ella un deslumbrante y apoteótico plan para vengar a su amado y enseñarle a su marido una lección eterna y elocuente, paradójicamente en el lugar que menos lo espera y donde más cómodo y a gusto se siente…
La singular película de Greenaway cuenta con unos ambientes desarrollados en forma exquisita, que semejan grandilocuentes puestas de escena del mundo del teatro y la arquitectura. Los colores tienen una gran influencia en las imágenes, variando su influjo según las locaciones. En el restaurante se divisa un imponente cuadro del pintor flamenco Frans Hals que irradia su contenido en todas direcciones, dotando al film de un extraño sentido pictórico. Esto se logra también por la excelente fotografía, así como por el distinguido vestuario (creado por el diseñador francés Jean Paul Gaultier) que remiten a otra época. En parte es esta sensación de anacronismo la que destaca la obra y la hace tan deslumbrante, sin olvidar el aporte de otro elemento fundamental como es la música: en este caso, se trata de una banda sonora deliciosa que complementa a la perfección la crudeza y belleza de las acciones. En resumidas cuentas, querido lector, se trata de una exaltación de la estética digna de los más puros placeres oníricos de la que no debería privarse bajo ninguna circunstancia.

Publicado por BC

1 comentario:

Fernando dijo...

Me encantó esta película. La vi dos veces. Lo que más me gustó fue la «atmósfera» que logró Greenaway: los colores, los vapores, las texturas... uno se imagina hasta los olores, ¿no?. El argumento desde ya que es muy original. Me están dando ganas de verla de nuevo, jaja.
BC, muy buena tu crítica.

Saludos!

Fernando