Ya estás cansado del pochoclo? En busca del buen cine tiene la solución... CINE EN SERIO

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Body Double (USA, 1984)



El de Brian De Palma es un nombre que se ha mencionado más de una vez en este blog; sin embargo, del director norteamericano no se había presentado aún ninguna película. Sucede que sus obras suelen generar devoción o rechazo (como aparentemente sucedió con su última creación, Passion, en el Festival de Venecia), y no abundan los grises. De hecho, la crítica suele ser muy dispar con quien muchos en sus orígenes llamaban “el Hitchcock americano” por los thrillers que le dieron renombre internacional –con Vestida para Matar a la cabeza. Para algunos se trata de un talento indiscutible dentro del séptimo arte (Tarantino es un confeso admirador de él), mientras que para otros no es más que un mediocre sobrevalorado. Lo cierto es que De Palma ha logrado mantenerse vigente durante cuatro décadas, y para ello ha sabido explotar al máximo sus virtudes: la originalidad y la reinvención permanente. Son precisamente esos los elementos que pueden apreciarse en la obra que se presenta, y que la dotan de una característica única como lo es la de carecer totalmente de género. Efectivamente, se trata de un film en absoluto clasificable por su estilo innovador -aún cuando rinde homenaje a viejos clásicos del cine noir.        

Doble de Cuerpo narra las acciones de Jake Scully, un actor que –mientras pelea por conseguir un rol importante- sobrevive haciendo papeles en películas de terror clase B. Un día en que un ataque de claustrofobia le juega una mala pasada y el estudio donde estaba se prende fuego, cuando las cosas no podían salir peor, regresa a su casa para encontrar a su novia con otro hombre. Huye despavorido al bar de un conocido, que le ofrece un techo temporario. En un taller de actuación conoce a Sam, con quien comienza a forjar una amistad. Al poco tiempo, éste le ofrece un lujoso departamento situado en las colinas de Hollywood. Como si fuera poco, el fantástico octógono de cristal no viene solo: Sam le informa que todas a las noches, indefectiblemente, una hermosa vecina realiza un baile erótico –y le provee el telescopio para seguir las acciones de cerca. Sin saberlo, termina por despertar una obsesión de la que el protagonista no parece poder escapar.

En una de sus sesiones de espionaje, Jake divisa a un extraño indio que, a su vez, también está espiando a Gloria (tal el nombre de la enigmática bailarina). Pero es cuando ve al indio persiguiendo a su objeto de deseo en cuanto ella sale a la calle, que decide intervenir y dejar de ser un mero espectador. Así es como pronto se verá involucrado en una serie de hechos peligrosos y confusos, con homicidio incluido (y que lo arroja como principal sospechoso). Con la policía tras sus pies, deberá probar su inocencia con la sola ayuda de una actriz pornográfica que se hace llamar Holly Body (deslumbrante actuación de una bella, y muy joven, Melanie Griffith).

Lejos de ser una obra maestra del cine, se trata de una apuesta osada y muy poco convencional –que alcanza actualmente el añorado rótulo de película de culto. ¿Qué debe tener una producción cinematográfica para alcanzar esa categoría, se preguntará Ud. –querido lector? La respuesta es que no hay una explicación racional o lógica sino que se trata de cuestiones subjetivas, vinculadas principalmente con lo emotivo. Lo que sí puede afirmarse es que esta clase de obras generan una devoción especial en un grupo de personas que, cada una a su manera o incluso en grupo, le rinde “culto” o la aprecia de forma peculiar. Listos para la acción, estos fanáticos están siempre dispuestos a verla una, otra y otra vez más… cual un doble de cuerpo aguardando su entrada detrás de cámara. 


Publicado por BC

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Der Name der Rose (Alemania Occidental – Francia – Italia, 1986)




La película que se presenta es una adaptación –lograda, por cierto- de la novela del semiólogo (por nombrar sólo una de las facetas del intelectual italiano) Umberto Eco. Fue esta recreación histórica, publicada en 1980 pero que transcurre en la Edad Media, la obra que lo catapultó a la fama. Algunos años después llegaría la versión cinematográfica, de la mano del realizador francés Jean-Jacques Annaud (Siete años en el Tíbet, Enemigo a la Puertas, El Amante –otra adaptación de un texto notable, esta vez de Marguerite Duras). La misma acierta en la recreación de aquellos tiempos oscuros tanto en lo ambiental (por la obvia carencia de luz eléctrica) como en lo intelectual, con el hombre paradójicamente mirando siempre hacia arriba pero viendo cada vez menos. Fueron aquéllos tiempos marcados por la obsesión religiosa y la obtusidad mental, tiempos en los que el temor reinaba y la independencia del pensamiento era vista como una amenaza. Es allí, querido lector, donde invita a sumergirnos la propuesta.      

El Nombre de la Rosa narra las acciones de Guillermo de Baskerville (una actuación deslumbrante de Sean Connery), un monje franciscano de agudo ingenio y vasta cultura que es convocado de urgencia a un monasterio benedictino en Italia. El año es 1327. Son tiempos de crisis para la Iglesia Católica. La autoridad Papal se ha trasladado de Roma a la ciudad francesa de Avignon. La incipiente orden Franciscana, por su parte, pregona la austeridad y la carencia de bienes materiales como el camino para llegar a Dios. A pocos días de una reunión clave entre la Delegación Papal y los Franciscanos para dirimir asperezas, una misteriosa muerte tiene lugar en el recinto. La conmoción reina en la abadía, reconocida por una frondosa colección de manuscritos que atrae a frailes de los cuatro puntos cardinales que acuden allí para copiar los textos y llevarlos de vuelta consigo. Así es como entra Guillermo en escena, acompañado de su ayudante y discípulo Adso (un joven Christian Slater).

A medida que progresan las investigaciones de los protagonistas, que van desnudando secretos de este supuesto “templo del saber” y sus intereses ocultos, se van produciendo nuevas muertes. Inevitablemente, el asunto llega a oídos de la Santa Inquisición –que no tarda demasiado en hacerse presente en el lugar, liderada por el infame Bernardo de Gui (F. Murray Abraham). Comienza entonces una carrera contra el tiempo para encontrar a los culpables de los homicidios, antes que la retrógrada influencia del tribunal comience a asignar culpas y penas –con resultados que se prevén nefastos.

El personaje encarnado por Connery resulta fascinante, y remite a las mentes más brillantes del Cristianismo (Agustín de Hipona, Guillermo de Occam o Emanuel Swedenborg). Su análisis de la influencia del humor en la Poética, de Aristóteles, y la discusión al respecto con un párroco dogmático resulta uno de los puntos más altos de la producción. Eco plantea el peligro del fundamentalismo y resalta la importancia de la apertura mental y las perspectivas múltiples como antídoto eficaz frente a ese mal. Como dato de color, cabe mencionar que el autor desarrolló un personaje a modo de homenaje a uno de sus escritores predilectos. Es ciego, está a cargo de la biblioteca y se llama Jorge… Otorgar más pistas implicaría subestimar su inteligencia. Por lo demás, es esta una gran oportunidad de ejercitarla.

Publicado por BC