Ya estás cansado del pochoclo? En busca del buen cine tiene la solución... CINE EN SERIO

domingo, 20 de marzo de 2011

Sexy Beast (UK - España, 2000)


Hay ocasiones en que el desempeño de un actor en un determinado papel es tan convincente y soberbio que la trama, y hasta la película en su totalidad, queda relegada a un segundo plano. Los ejemplos abundan, y están claramente influidos por las preferencias personales; una enumeración pecaría de vana y superflua. De seguro Ud., querido lector, contará con un puñado de actuaciones memorables impregnadas en su memoria. El film que se presenta se caracteriza precisamente por aquella condición. El responsable de brindar semejante despliegue es el británico Ben Kingsley, veterano de mil batallas que aprovecha la oportunidad para reinventarse a sí mismo en un personaje para el cual -según su propio testimonio- se habría inspirado en su abuela.

Bestia Salvaje narra las acciones de Gal (Ray Winstone), un inglés de edad madura que disfruta del confort de la soleada España. Vive allí con su mujer, Deedee, sin aparentes preocupaciones. También los acompaña una pareja amiga, conformada por Aitch y Jackie. Pero este matrimonio, proclive a lo kitsch, tiene algo que esconder -aunque de eso no se hable: Gal dejó atrás un pasado criminal en la isla anglosajona, que le ha valido una temporada tras las rejas. Cuando parece que el mismo está lejos y es ya casi un borroso recuerdo, un llamado telefónico arruinará el encanto: Gal es requerido para un golpe, y el mismísimo Don Logan (Kingsley) está viajando a España para materializar la propuesta.


Retirado. Tal es la condición en la que se escuda el protagonista para rechazar la propuesta de Don. Pero éste no está dispuesto a aceptar un “no” por respuesta, lo que dará origen a un tira y afloje que irá develando aspectos íntimos y secretos de los personajes y sus motivaciones. Finalmente, tras más de un traspié, Gal se ve forzado a tomar parte en el plan para atracar la caja de seguridad de un banco en Londres. No obstante, lo más difícil está aún por venir: ¿Podrá librarse de sus fantasmas y de los pocos lazos –aunque sólidos- que lo unen a su patria natal para volver al paraíso ibérico, donde lo esperan sus seres queridos?

Son el carácter impulsivo, el acento londinense -que adorna una feroz verborragia- y lo impredecible de su comportamiento los ingredientes que conforman este personaje fascinante, tan lunático como temible. La de Kingsley es una de esas labores que quedan grabadas en la historia del celuloide, independientemente de lo que tiene para ofrecer la cinta. De cualquier manera, se trata de un ofrecimiento dinámico, característico de los films contemporáneos provenientes del Reino Unido: atractiva banda sonora, edición eficazmente lograda y personajes encomiables del hampa y del lumpen de la sociedad, el charme del bajo mundo. “La violencia es el miedo a los ideales de los demás”. No parece tratarse de una máxima de Don Logan; de hecho no lo es, pertenece a Gandhi. Fue la encarnación del líder de la India la que valió a Ben Kingsley la fama y el reconocimiento mundial, con Oscar incluido. Sólo un actor de su talla podría personificar a un ser de bien y a otro tan vil y sádico con tanta naturalidad y prestancia. Semejante exhibición de versatilidad no puede ser fruto de otra cosa que de un talento genuino e innato. Qué mejor que esta oportunidad para corroborarlo.

Publicado por BC