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martes, 23 de noviembre de 2010

Le Rayon Vert (Francia, 1986)


Ingresando en la recta final de un nuevo año que se escapa, resulta inevitable realizar balances acerca del mismo. Y al hacerlo, querido lector, resulta a su vez inevitable recordar a aquellas personas que se han ido durante su transcurso y que ya no están –al menos físicamente- entre nosotros. Una de ellas es Jean-Marie Maurice Schérer, más conocido como Eric Rohmer, el director francés que indagó en los sentimientos de la clase media, conociéndola de cerca y describiéndola íntimamente. Quizás sin una destreza cinematográfica desorbitante, retrató las inquietudes de sus semejantes con gran maestría y concentrándose siempre más en los escritos, en el contenido, que en la forma. En su obra está muy presente la influencia literaria, producto de su gran amor por los libros. La película que se presenta es un claro ejemplo de esto: su título proviene de la novela homónima de Jules Verne y, además, pertenece a una serie titulada Comedias y Proverbios.

El rayo verde narra las acciones de Delphine, una joven que se desempeña como secretaria en París. Se aproximan las vacaciones estivales, y ella ya tiene destino y acompañante: planea irse a Grecia con su amiga Sylvie. Pero, a último momento, su partenaire cancela el programa enfrentándola, sin proponérselo, a una batalla frente a su peor enemigo: la soledad. Porque Delphine no quiere irse sola a la Hélade, pero tampoco acepta las invitaciones de otros amigos: no le gusta estar rodeada de gente; no siente una gran afinidad por las personas. Esta contradicción no es la única que presenta la protagonista, que sueña con hallar un compañero y encontrar el amor pero rechaza sistemáticamente a todos los hombres que se le acercan.

Así las cosas, llega al balneario de Biarritz, donde le han prestado un departamento para que pase unos días. Cuando la historia parece repetirse para ella, el destino comienza a enviarle señales. Es a través de un naipe sobre las rocas y de una conversación entreoída (acerca de un fenómeno de la naturaleza mediante el cual el último rayo del sol sobre el mar, justo antes del ocaso, se torna verdoso y revela nuevas sensaciones) que Delphine comienza a recuperar las esperanzas en el futuro. El momento de la verdad llega cuando conoce a un joven interesante, que le resulta atractivo… ¿Se animará esta vez a dar el paso adelante?

Lo que se plantea en el film no es otra cosa que las cuestiones existenciales que –algunos más, otros menos- todos cargamos sobre nuestros hombros. El mérito de Rohmer está en que las presenta en forma natural y cotidiana, sobre personajes con los que resulta fácil (y casi irremediable) identificarse. Sin pretensiones filosóficas de ningún tipo, logra plasmar en la pantalla, con enorme agudeza, los diferentes matices que adornan las personalidades y los sentimientos. Se transforma así en un magnífico desarrollador de personajes, como lo hicieran sus compatriotas Balzac y Flaubert en el siglo anterior al de él. Da la sensación de que si no hubiera nacido en el siglo XX, su nombre probablemente sería mencionado con aquellos. La providencia no lo quiso de esa manera. Los amantes del cine, por lo pronto, estamos agradecidos que así sea…

Publicado por BC

Anchorman: The Legend of Ron Burgundy (USA, 2004)


El de humor absurdo es un concepto que puede generar polémica. El genial cómico Diego Capusotto (integrante del ciclo televisivo Cha Cha Cha, quintaesencia del género en cuestión) sostuvo alguna vez que referirse al absurdo dentro del humor es incorrecto, que constituye una tautología. Esto se debe –siempre bajo su óptica- a que el humor es de por sí absurdo, que esta última es condición intrínseca al mismo y que forma parte indivisible de aquél. Que serían, en otras palabras, como la luz y la energía. Más allá de estos debates, la película que se presenta podría encasillarse claramente en el rubro (de existir el mismo, claro). Apoyadas en la figura del talentoso Will Ferrell, las escenas todas están plagadas de una sutil sensación de ridiculez, donde la parodia asoma constantemente, alcanzando niveles de histrionismo inéditos y de sobresaliente factura.

El reportero: La Leyenda de Ron Burgundy narra, precisamente, las acciones de éste, el reportero estrella de la ciudad de San Diego. La década es la de los 70s y el Evening News por él conducido, en el KVWN-TV Channel 4, ha sido nuevamente el noticiero más visto. Para celebrar el equipo organiza una gran fiesta. El mismo, excluyendo a Ron, está compuesto por Brian Fantana (interpretado por un magnífico Paul Rudd), un reportero de campo muy orientado a la moda; Champ Kind, especialista en deportes, y Brick Tamland (Steve Carell), encargado de las predicciones meteorológicas. Cuando parecía que las cosas no podían ir mejor para ellos, su jefe (el veterano Fred Willard) les anuncia que la cadena lo ha exhortado a incorporar a una mujer al equipo. El nombre de la elegida es Veronica Corningstone (Christina Applegate). La noticia cae como un baldazo de agua fría sobre el grupo, cuyos retrógrados egos machistas no están preparados para aceptar la flamante –y sumamente atractiva- incorporación.

Los primeros intentos de seducción por parte de sus compañeros son rechazados por Veronica. Pero Ron finalmente logra que acepte su invitación a salir, dando inicio al romance. Él no puede sostener su promesa de mantener la relación en secreto, irritando a su pareja. Para colmo de males, un incidente en la ruta le genera una demora importante que obliga al jefe a reemplazarlo con su amante. Enardecidos, Ron y Veronica discuten fuertemente y deciden poner fin a la relación. Al día siguiente reciben el anuncio de que ella ha sido nombrada co-conductora del programa. La novedad irrita a los hombres y, en especial, a Ron que decide declarar la guerra a su compañera. Comenzarán así una serie de situaciones estrambóticas que desencadenarán vaivenes en todos y cada uno de los personajes…

Se trata de una obra de un humor muy particular, donde los gags se alternan con diálogos irrisorios alcanzado un dinamismo lleno de gracia y espontaneidad que conduce indefectiblemente a la carcajada. Más allá de cómo se la clasifique, se está ante una creación de una calidad innegable. Porque, fuera como fuera, el humor es uno y uno solo (¿no es así, querido lector?). Y aquí está presente, en sus mejores vestiduras, invadiendo la pantalla con la exquisitez de los maestros de antaño, de aquella época que precisamente se intenta parodiar… lográndolo con creces.

Publicado por BC