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martes, 17 de julio de 2012

Blue Velvet (USA, 1986)



El nombre de David Lynch es uno que difícilmente requiera presentación. Los personajes siniestros de pequeñas ciudades son la marca registrada de sus oscuras creaciones, así como la confusión argumentativa y la carencia de convenciones narrativas. Es que al exponerse ante un film de Lynch, el espectador se somete a la voluntad de aquél y cae rendido ante el virtuosismo que irradia el desfile constante de situaciones macabras, que acarician lo grotesco, producto de su frondosa imaginación. No es extraño escuchar un “no entendí nada” del público posterior al film, aún cuando se muestre complacido y el comentario no revista carácter de crítica. El director de la voz aguda y el pelo anárquico porta el estandarte de la forma frente al contenido. Este último, no obstante, suele ser complejo y estar cargado de simbolismo –por lo que no debe menospreciarse ese aspecto en la obra de quien posee la curiosa capacidad de poder generar terror a plena luz del día.

Terciopelo Azul narra las acciones de Jeffrey Beaumont (interpretado por Kyle MacLachlan), un estudiante universitario del pueblo de Lumberton que se ve obligado a retornar a casa al enterarse que se su padre ha sufrido un infarto. Regresando de visitarlo en el hospital, encuentra en el piso una oreja humana y decide llevarla al detective Williams, de la policía, quien le presenta a su hija Sandy (Laura Dern). Interrogada por un curioso Jeffrey, la joven comienza a develar datos de la investigación en la que –afirma- se menciona seguido el nombre de Dorothy Vallens (Isabella Rossellini). Intrigado, el protagonista comienza a obsesionarse con el caso hasta el punto de introducirse en el departamento de aquella y robar una llave. También asiste a verla cantar a un club nocturno. Sin saberlo, se está adentrando en un territorio muy diferente al que frecuenta…

Así es como pronto comienza un romance con la trastornada cantante, cuyas tendencias fetichistas suelen incitarlo a que la golpee o la maldiga. Pero es cuando hace su aparición Frank (una estupenda labor de Dennis Hopper) que las cosas comenzarán a complicarse realmente. Se trata de un personaje violento y soez, que disfruta de aspirar ignotos gases a través de una máscara. Jeffrey descubrirá que este lunático e inadapto social, junto con sus infames seguidores, extorsionan a Dorothy desde hace ya un buen tiempo: tienen a su marido y a su hijo en cautiverio, y los mantienen vivos a cambio de favores sexuales. Es en este submundo de criminales –donde proliferan las drogas y hasta la policía está involucrada- que conoce tan poco, donde el joven deberá resolvérselas para ayudar a la mujer, mientras se enamora inevitablemente de Sandy.               

Es destacable el contraste que logra el film entre la superficialidad del típico pueblo norteamericano, por demás ordenado y prolijo, con el mundo salvaje de los marginados sociales –que tiene sus propias reglas. Por lo demás, es un compendio (quizás el más emblemático, por cierto) de los elementos característicos del cine de Lynch mencionados anteriormente. Vale la pena destacar la presencia de dos grandes baladas en la obra: Blue Velvet, de Bobby Vinton, e In Dreams, del mítico Roy Orbison. Son los amenos ecos de sus melodías los que colaboran en lograr el clima de exasperación y tensión que invade la pantalla durante las dos horas de película, cual un manto de terciopelo… azul, quizás… ¿acaso importa?

Publicado por BC