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miércoles, 15 de julio de 2009

Buffalo ’66 (USA, 1998)


No es casualidad que haya elegido este film para darle comienzo a este incipiente blog. Más allá de ser en lo personal una de mis películas preferidas, es innegable su calidad desde cualquier punto de vista mínimamente racional y objetivo. No es que busque generar adeptos ipso pucho, pero siempre es bueno comenzar con el pie derecho.
Buffalo 66 narra las acciones de Billy Brown, quien acaba de salir de prisión. Interpretado magistralmente por Vincent Gallo (quien, además, escribió y dirigió el film), Billy es un joven problemático, claramente traumado y resentido que se reencuentra con la libertad prácticamente contra su voluntad. No tiene qué hacer ni adónde ir. Su único amigo es un otario (por emplear un término tanguero y que sirve para camuflar un eufemismo que el lector podrá develar al ver la cinta), sus padres son por demás excéntricos y no tiene una novia esperándolo en casa. Se reconforta hostigando a su amigo Rocky, jugando al bowling o recordando a su amor de la secundaria. Su única motivación es la venganza, que en su caso se personifica en el jugador del equipo de Buffalo que años antes erró la conversión final en el Súper Bowl. Resulta que Billy había apostado fuerte (más de lo que tenía) al triunfo, y el resto…pueden imaginárselo.
Billy opta entonces por visitar a sus padres, pero para impresionarlos decide llegar acompañado de su novia (a quien secuestra minutos antes). La bella Layla es interpretada por la versátil Christina Ricci y enseguida deja verse atraída por las insólitas demandas de su secuestrador. Pero claro, ella es muy poco para un galán como Billy, quien siempre estuvo acostumbrado a las mejores mujeres. Durante la visita transcurren quizás las escenas más memorables del film, gracias al aporte de una irreconocible Anjelica Huston como la madre y de un soberbio Ben Gazzara como el padre. Ellos permiten claramente al observador identificar de dónde vienen las inseguridades del otrora vil y taimado (comienza a gestarse un sutil pero certero cambio en la percepción del espectador) Billy.
Finaliza la visita y Billy decide llevar a cabo su plan de venganza contra el ahora decadente ex jugador Scott Woods. El problema es que Layla no quiere alejarse de él, obligándolo a tomar una decisión: o lleva a cabo su idea, con todo los riesgos que ello implica, o deja atrás el pasado y enfrenta –por primera vez acompañado- un futuro que tiene algo, por más pequeño e insignificante que parezca, de promisorio.

Para finalizar, me gustaría dejar en claro qué es lo que me gusta tanto acerca de esta película. Y eso se lo debo al Sr. Gallo. Su encarnación en Billy Brown desata un personaje sumamente único; es caprichoso, vanidoso, egoísta y lunático pero aún así genera una estupefacta admiración que proviene del reconocimiento de uno mismo en esa misantropía que, si bien es exagerada, está presente en ciertos momentos de toda vida. Será, quizás, porque desde su interior Billy (aunque por momentos cueste bastante notarlo) produce la mencionada empatía es que deseamos que deje de lado su plan y se quede con Layla para comenzar de nuevo, pero…

Publicado por BC

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gallo es lo máximo. Aguante Wilde.

Cinefilo32 dijo...

Peliculon...

Part time punk dijo...

Es genial! Tiene un humor solapado que me mata. Tragico pero comiquisimo.
Ya hablaste de Lenny?