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lunes, 19 de septiembre de 2011

Cool Hand Luke (USA, 1967)



Luke sonríe en la foto blanco y negro, en la que luce corbata y está sentado entre dos beldades. Luke sonríe cuando afirma, desafiante, que es capaz de comerse 50 huevos duros en una hora. Luke sonríe cuando gana una mano de póker sin tener nada importante en sus barajas. Luke sonríe cuando en el primer descuido de los carceleros, se escapa. Y no se escapa una vez, ni dos, sino que se escapará todas las veces que sean necesarias...

Luke es Paul Newman; y si hay un personaje que sus seguidores sentimos como el mejor de todos y el más recordable es el de “Cool Hand Luke” (1967), que aquí se conoció como “La leyenda del indomable” (Generalmente las traducciones de los títulos son horribles, pero ésta se adapta muy bien).

Luke Jackson va contra todas las corrientes. Así que un sábado a la noche, aburrido, descabeza un montón de parquímetros y termina en la cárcel: dos años.

Esto ocurre luego de la Segunda Guerra Mundial en donde obtuvo una medalla; el escenario es un campo desolado en el Deep South, al norte de la Florida: barracas esquemáticas, guardias con RayBan renegridos y máuser, sabuesos y ningún lugar adónde escapar. Luke es un desafío que camina. Siempre está abajo en las apuestas. Cuando George Kennedy (Oscar al mejor actor secundario) lo desafía a una pelea con guantes de boxeo, recibe tal paliza, que termina siendo una carnicería. Asqueados, los presos se van retirando mientras Luke, caída tras caída, se vuelve a levantar. Le piden que se quede en el suelo, pero él se levanta. Cansado de pegarle, Kennedy lo deja solo y él queda ahí, tirando golpes como aspas de molino, bañado en sangre, solitario y final, pero aún en pie... ¿quién ganó?

Luke es un canto a la persistencia, leí por ahí en un blog español. Y es cierto, persistencia y tenacidad que nadie puede doblegar.

“Lo que tenemos aquí es una falla de comunicación”, dice Strother Martín como el Capitán. Y, acto seguido, le pega un garrotazo en la cabeza. (La frase está número 11 en el Instituto Americano del Cine, y con ella comienza “Civil War”, de Guns and Roses).

A Luke lo hacen cavar un hoyo enorme a la mañana y llenarlo a la noche; lo confinan en “la caja”, un lugar en donde apenas tiene espacio para una bacinilla; le hacen comer –o intentan hacerlo- enormes platos de arroz. Y él se escapa. Y se seguirá escapando cada vez que pueda, aunque le pongan cadenas, aunque en algún momento, parezca quebrado ante la fuerza de sus opresores.

Es una película cuasi perfecta; y la historia (escrita por Donn Pearce) sigue vigente, ya que el 3 de octubre se estrenará la obra de teatro, adaptada por Emma Reeves, en el West End de Londres, con Marc Warren.

La sonrisa de Luke ha quedado en nuestras retinas y recuerdos como una de las más expresivas, desafiantes y sardónicas que hayamos visto. Y mientras una guitarra puntea en los laberintos de nuestra memoria, el recuerdo se asocia con el sol abrasador y nos invade de nuevo ese ambiente de desesperanza y dolor de la cárcel.

Desde la excelente música de Lalo Schifrin, pasando por las actuaciones y la cadenciosa y luminosa dirección de Stuart Rosenberg, es una película imposible de olvidar, como la misma y única sonrisa de Luke...

Publicado por CI

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