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jueves, 12 de noviembre de 2009

Der Himmel über Berlin (Alemania Occidental - Francia, 1987)


Esta semana se presenta, querido lector, lo más cercano hasta ahora a un film de culto que se ha visto en el blog. Se trata de un clásico moderno del director alemán Wim Wenders (creador de Paris, Texas; Buena Vista Social Club y The Million Dollar Hotel entre muchas otras) que se caracteriza por su sentido poético, tanto en palabras como en imágenes. En una ciudad de Berlín dividida que a simple viste puede parecer solitaria, fría y oscura la gente atraviesa los mismos problemas y las mismas dudas que en cualquier otra ciudad del planeta. Lo genial de la película radica precisamente en la forma en que exhibe esas dificultades ya que logra dotarlas de un encanto que logra revindicar la compleja naturaleza humana, al punto de dejar al espectador con una amena sensación de optimismo.

Las alas del deseo narra las acciones de Damiel (Bruno Ganz) y de Cassiel, dos ángeles que están asentados en Berlín desde el principio de los tiempos. En su condición divina, se pasean por las calles sin ser vistos por los mortales. Pueden incluso escuchar qué está pasando por sus mentes en todo momento. Es así como sus andanzas los llevan a cruzarse con todo tipo de personajes y atestiguar todo tipo de situaciones. Su mundo es en blanco y negro, no tienen sensaciones y todo lo saben y conocen. Pero Damiel comienza a obsesionarse con la raza humana y su particular idiosincrasia. Quiere sentir, en el sentido humano de la palabra: emoción, pena, ansiedad, dolor… Más aún cuando se topa con Marion, una joven francesa que es acróbata en un circo itinerante y cuyas reflexiones lo impactan profundamente. Otro de los personajes que lo asombra es el actor Peter Falk (que se interpreta a sí mismo), reconocido por su encarnación del detective Colombo en la prestigiosa serie. La decisión parece estar tomada, Damiel abandonará el firmamento y será uno más entre los berlineses…

Es así como una mañana amanece en una plaza de la ciudad, en condición de humano. Tiene ahora mucho por aprender, y está ansioso por hacerlo. Los colores, los sabores, las sensaciones son todas nuevas para él. Afortunadamente, volverá a interceptar el camino de Peter Falk, que le revelará importante información sobre su nuevo estado. Pero el objetivo de Damiel es encontrar a Marion, y eso no será sencillo. Es esta búsqueda la que lo lleva a presenciar un show en vivo de Nick Cave and The Bad Seeds, en una de las escenas más memorables del film, que es sin dudas una forma interesante de comenzar su vida mortal y finita. Marion, con su andar errante, no será fácil de alcanzar y, para complicar más aún la situación, Damiel es ahora conciente del paso del tiempo, esa fuerza misteriosa que avanza en forma inexorable…

La obra maestra de Wenders ofrece unas imágenes elegantes, con una admirable consideración por la estética. Tanto el blanco y negro como el color son tratados con gran estilo y distinción. Contrastando estas placenteras visiones se presentan las reflexiones de la gente común y corriente, propia de las metrópolis. La música acompaña los hechos a la perfección, y las actuaciones son a su vez sobresalientes. Se trata, inobjetablemente, de un largometraje indispensable; de una dosis de confianza y exaltación de esta peculiar aventura de ser humano.

Publicado por BC

1 comentario:

Fernando dijo...

Una de las películas que más me gustó de todas las que vi. Muy, muy buena!
El personaje de Casiel es genial. Los actores son todos muy buenos. También aparece Lou Reed.
Saludos!
Fernando